EDUCACIÓN Y TIC: UTILIZAR LA TECNOLOGÍA SIEMPRE Y CUANDO
MEJORE EL APRENDIZAJE
Cuatro
docentes universitarios reflexionan sobre el binomio educación y tecnología.
Defienden su integración como una herramienta más del proceso de
enseñanza-aprendizaje e instan a fomentar el pensamiento crítico para hacer un
buen uso.
"Utilizar
las tecnologías cuando se necesite para mejorar el proceso de
enseñanza-aprendizaje. No siempre y para todo”. Esta frase resume bien las
reflexiones y planteamientos expuestos por los cuatro profesores
universitarios del ámbito de la Educación y la Pedagogía que participan en
este reportaje. Todos son partidarios de integrar las Tecnologías de la
Comunicación y de la Información (TIC) en las aulas de los colegios e
institutos porque el alumnado, recuerdan, “vive ya en el mundo digital por lo
que no hacerles competentes en el uso de las TIC sería perjudicial para su
futuro”. Otra cuestión es cómo hacerlo, cómo deben afrontar los centros
educativos este proceso de digitalización. En su opinión, el profesorado debe
utilizar los recursos tecnológicos como una herramienta didáctica más y valorar
cuándo aportan un plus al aprendizaje. No se trata de adecuar el proceso de
enseñanza-aprendizaje a la tecnología sino al revés.
La
educación ha cambiado. Y no sólo por la irrupción de las TIC. “Hemos pasado de
un paradigma en el que entendíamos la educación como el aprendizaje de
contenidos y procedimientos a una educación más competencial. Necesitamos que
el alumnado tenga unas competencias más transversales, que abarquen más áreas,
porque el tiempo que nos toca vivir es de incertidumbre”, reflexiona Iñaki
Celaya Echarri, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de
Navarra para añadir que “nos encontramos en una sociedad con mucha tecnología
y, como son muy invasivas, a veces no sabemos cómo reaccionar”. De ahí las
voces que abogan por limitar o incluso eliminar el uso de las TIC de las aulas,
al considerar que “nos está embruteciendo y haciendo más estúpidos”. Otra
gente, entre la que se incluye este profesor, apuesta por su integración. “La
tecnología rodea nuestra vida, no podemos poner puertas al campo y hay que
usarla en el aula. Vamos a ver cómo lo hacemos en beneficio del alumnado. Tal
vez tengamos que reinventarnos, elevar el nivel, pero ya que tenemos esta ayuda
vamos a sacarle partido”, afirma.
Alicia
Peñalva Vélez, doctora en Pedagogía, también cree que hay que caminar
hacia la digitalización de los centros, y diferencia tres ámbitos: pedagógico,
organizativo y tecnológico. “Este tercer nivel se está cumpliendo (los centros
tienen dispositivos, conexión...), pero la dimensión pedagógica y organizativa
se está dejando de lado”, afirma esta profesora del Departamento de Ciencias
Humanas y de la Educación de la UPNA.
Esta
pedagoga advierte de que utilizar la tecnología “a lo loco” no sirve para nada.
Tanto los centros como los docentes deben decidir qué uso van a dar a las
TIC, “no hacerlo porque está de moda”, remarca Celaya. “La clave está en que el
profesorado debe poder programar su proceso de enseñanza-aprendizaje con o sin
tecnología. Existen distintas herramientas y medios didácticos, unos digitales
y otros no, y el docente debe estar formado para determinar en qué momento
necesita una herramienta u otra”, remarca Peñalva y añade “los recursos deben
ir al servicio de lo que se quiere conseguir con ellos”.
En
esta misma línea, su compañero en el grupo de investigación Aprendizaje a lo
largo de la vida del grupo de investigación de la UPNA vinculado al instituto
I-Communitas, el doctor en Historia Carlos Ciriza Mendívil remarca
que las TIC “no son un objetivo pedagógico. Tienen que aprender a usarlas, pero
es una herramienta más. Una opinión en la que abunda su colega de la UN. “Toda
la educación no debe plegarse a la tecnología. El profesorado a veces tiene la
tentación de que todo su proceso de enseñanza-aprendizaje se adecue a la
tecnología cuando debería ser al contrario. Las TIC deben adaptarse a la
planificación docente en función de las necesidades, no hacer que toda la clase
gire en torno a ella”, asegura Celaya.
En
cuanto a cuál es el mejor momento para introducir los recursos digitales y en
qué areas, este ayudante doctor de la Universidad de Navarra cree que las TIC
“se pueden utilizar en cualquier materia” y se muestra más partidario de que
los dispositivos “no se limiten en cuanto al tiempo sino en cuanto a la tarea”.
Al hilo de esta reflexión, el profesor de Didáctica de las Ciencias
Sociales en la UPNA añade que que “si se está trabajando con la tablet y el uso
que se le están dando es el mismo que le darían a un cuaderno de papel se está
infrautilizando esa herramienta que tiene más posibilidades e, igual, para esa
tarea no era necesario usarla”.
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“Tener toda la información no supone
tener conocimientos; hay que fomenta el pensamiento crítico”
Todos
coinciden en descartar el uso de los dispositivos digitales en Infantil, pero
sí plantean la posibilidad de ir introduciendolos en Primaria. Aunque con
matices. “Las pantallas cuanto más tarde mejor. En Infantil pueden usar la
pizarra digital, pero ya. En Primaria tampoco veo muy necesario que vayan con
un chromebook a casa”, afirma Peñalva, que se pregunta “hasta qué punto es
necesario introducir en 1º de Primaria una tablet. Igual estamos generando una
necesidad de pantalla donde no la había. Hay que calibrar bien para qué
actividades se pueden usar pantallas y para cuáles no. De esta forma les estás
enseñando un uso comedido fuera las escuelas”.
Al
hilo de esta reflexión el psicopedagogo David Recio Moreno, doctor en
Educación por la UNED, advierte sobre evitar el uso “desproporcionado” de
dispositivos digitales en las aulas “teniendo en cuenta todo le tiempo de ocio
que pasan los niños y adolescentes delante de las pantallas”. En este sentido,
este profesor considera que “no se trata de elegir entre tecnología si o no,
sino de que las TIC se utilicen para apoyar el proceso de
enseñanza-aprendizaje”.
“El profesorado debe calibrar bien
para qué actividades es bueno usar pantallas y para cuáles no”
A
juicio de Peñalva, los recursos digitales permiten “flexibilizar y democratizar
el proceso de enseñanza, ya que te permite hacer un diseño más universal de la
educación, adaptarte mejor a los ritmos y a la diversidad del aula”.
Formar
a los llamados ‘nativos digitales’
Otra
de las cuestiones sobre la que reflexionaron estos expertos es la importancia
de la formación en competencia digital en las aulas de las universidades. “Las
tecnologías se introdujeron sin que hubiera formación de ningún tipo. Esto se
ha ido solventando, todo va a su ritmo, pero al menos en la UPNA trabajamos
para que las nuevas generaciones de docentes reciban esa formación, ya que se
lo van a demandar a nivel profesional. Les explico cómo utilizar todos los
recursos digitales en mi caso aplicados a Ciencias Sociales”, afirma Carlos
Ciriza, doctor en Historia, que puntualiza, “una cosa es ser nativo digital y
conocer Instagram, Tik-Tok o Twitter y otra tener competencia digital para
utilizarlas en un aula”.
Al
hilo de esta reflexión, Peñalva cree que “los inmigrantes digitales, que somos
aquellos que nacimos antes de la llegada de internet, sabemos usar las TIC de
una forma más crítica y completa que los nativos digitales. Nacen con la
tecnología pero no nacen aprendidos”. Una reflexión que comparte el profesor de
la UN. “Lo de nativos digitales es un mito. Son nativos de Instagram o Twitter,
pero no saben manejar programas básicos de ofimática o no saben hacer una buena
búsqueda en Google. El reto de los educadores es trabajar la alfabetización
mediática, que el alumnado sepa manejar bien el medio y aprenda a relacionarse
con él y con la información que reciben”, asegura Celaya, que precisa “tienen
toda la información al alcance de la mano, pero tener información no supone que
tengas conocimiento. Para construir ese conocimiento hay que tener habilidades
en pensamiento crítico y eso es lo que se debe fomentar en los colegios”.
“Vivimos en un mundo digital. No
hacerles competentes en las TIC sería perjudicial para su futuro”
El
profesor Ciriza también considera clave el desarrollo de este pensamiento
crítico que, a su juicio, “no se puede desarrollar dando la espalda las TIC
pero después es donde el alumnado va a desarrollar ese pensamiento crítico”. A
su juicio, hay que formar al alumnado para ser “crítico” con lo toda la
información que recibes, tanto del profesorado como en el uso de las TIC,
“aprender a discernir que información es o no fiable, no admitir todo lo que
recibes”.
Al
hilo de esta cuestión, Recio considera clave que el profesorado sepa “dónde y
de qué manera se informan los niños y adolescentes, dónde y de qué manera se
comunican y se relacionan con el objetivo de conectar o que se hace en las
aulas con la realidad de lo que hacen fuera”. Y es que, tal y como recuerda, la
edad en la que se tiene el primer smartphone son los 10-12 años y la edad
mínima para acceder a redes sociales es 13.
La
digitalización no es un proceso sencillo
El
proceso de digitalización en un centro educativo no es algo sencillo. “Quizá
hacer el cambio hacia el soporte es más fácil pero la formación y la
adquisición de la competencia digital cuesta más tiempo. Cada colegio lleva su
ritmo, tienen contextos y tamaños distintos”, afirma Ciriza, que reconoce que
“en los últimos tiempos se ha hecho un esfuerzo grande para dotar a los centros
de dispositivos digitales subvencionados al 100%”.
“Hay que evitar el uso excesivo de
las TIC en el aula ya que pasan mucho tiempo de ocio con las pantallas”
En
opinión de Peñalva, el empleo de las tecnologías en los colegios e institutos
parece sencillo y automático, pero no lo es. “Analizar que necesitas este
recursos para lograr este objetivo requiere mucho tiempo previo de preparación
y a veces no te tiene o no se ve la necesidad de hacerlo así”, asegura esta
pedagoga.
Ambos
también reflexionan sobre el uso de las TIC para hacer las tareas escolares, lo
que en algunos casos puede ampliar la brecha digital. “Los conocimientos que
tengan los progenitores del escolar sobre las TIC tiene su influencia porque
muchas veces necesitan ayuda en las tareas”, reconoce el profesor de la UPNA.
En este sentido, su compañera remarca que “a menor autonomía, mayor dependencia
de los progenitores , lo que agranda la brecha. Si un profesor manda a un niño
de 3º de Primaria a casa con el chromebook su autonomía será menor que la de
uno de 6º”.
Por su parte, el profesor de la UN ve “coherente” que si en el colegio se trabaja con dispositivos “se pida que se practique en casa”, pero cree que “el profesorado debería coordinarse para dosificar los deberes que exigen